Aunque el resto de islas que forman el archipiélago canario no tienen mucho que envidiar a Lanzarote en ese sentido, la más oriental de todas ellas es también conocida con el sobrenombre de ‘La isla de los volcanes’. La actividad volcánica fue muy intensa en Lanzarote a principios del siglo XVIII, conservando de aquella época una capa cenicienta que se extiende a lo largo y ancho de sus 846 km².
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Espacios naturales de Lanzarote
Pero no solo del archipiélago Chinijo vive la isla. De entre sus innumerables espacios naturales, cabe destacar además:
Charco de los Clicos
¿Una laguna dentro del cráter de un volcán? ¿Una laguna verde encima? No es posible, no puede ser. Sí, lo es. Sí en Lanzarote. La tonalidad verdosa está causada por las algas que viven en sus aguas.
La Geria
Como sacada de una película de ciencia ficción, a lo largo de esta zona de suelo oscuro se cultivan árboles frutales y vides en hoyos cónicos. Bajo el terreno, existe otro reclamo imperdible; la cueva de Los Naturalistas, de 1600 km de longitud.
Parque Nacional Timanfaya
5000 hectáreas de paisaje marciano, rojizo y prácticamente virgen de la influencia del ser humano que se han convertido en uno de los símbolos de Lanzarote y en espacio protegido por la Unesco.
Los Ajaches
El paraíso de cualquier senderista, un edén para geólogos por los millones de años escritos en sus rocas. Los Ajaches es una gran estructura volcánica que ocupa todo el sur de la isla. También es su región más antigua.
Los Volcanes
Entre Timanfaya y La Geria existe un parque natural (otro más) cuya superficie es el producto de la lava y de las peculiares configuraciones que en su día adoptó al solidificarse. Hogar de aves y reptiles autóctonos.
La Corona
Miles de años contemplan al visitante desde los 600 metros de altura del monumental volcán de la Corona, declarado parque natural en 1987 y convertido en monumento natural en 1994.
La combinación de esas tonalidades y texturas terrosas con el ondulante azul del Atlántico es una de las primeras recompensas con las que se encuentran los ojos del viajero al llegar a Lanzarote. A partir de aquí, le esperan muchas más.
Su clima subtropical con escasas precipitaciones, dota a la isla de unas temperaturas suaves y unas condiciones atmosféricas benignas que permanecen sin apenas variaciones a lo largo de todo el año. Así que ¿cuál es el mejor momento para visitar Lanzarote? Cualquiera. Todos los momentos son buenos.
Por si no fuera suficiente con ella sola, Lanzarote cuenta además con su propio archipiélago dentro del archipiélago canario. Completado por La Graciosa y los islotes despoblados de Alegranza, Montaña Clara, Roque del Este y Roque del Oeste, que integran el archipiélago Chinijo y la reserva marina más grande de la Unión Europea con 700 km².




Actividades en Lanzarote
Lanzarote ofrece tantas posibilidades como tipos de visitantes que cada año, cada temporada, llegan a la isla.
Para los más intrépidos y deportistas, sus costas son conocidas en el mundo entero por surfistas que buscan emociones fuertes montando la ola, pero también por otros más inexpertos que pretenden seguir mejorando su técnica. Hay playas para todos los niveles.
Mar adentro, la transparencia de las aguas y el clima benévolo durante todo el año permite practicar el submarinismo a un nivel difícil de igualar en otras zonas del planeta, con 100 puntos de inmersión.
Para aquellos que buscan tranquilidad y desconectar de las obligaciones cotidianas, Lanzarote es también un remanso de paz. Buen ejemplo de esto son las playas de Papagayo, kilómetro y medio de litoral en el que la arena más fina da paso a un mar en calma en el que se mezclan distintas tonalidades de verdes y azules. Y cuando la relajación ha sido suficiente, un paseo en catamarán o en barco, una partida de palas sobre la arena o la más reposada pesca marítima recreativa, pueden poner el broche perfecto a una jornada imborrable.
Las opciones son casi ilimitadas. Desde volar en parapente sobre Lanzarote hasta patear la isla de cabo a rabo descubriendo todo su esplendor volcánico, pasando por la posibilidad de ver delfines salvajes en su entorno natural y haciendo escala en un estimulante paseo en moto de agua. Desde un tour en buggy hasta una salida en kayak. Desde una ruta en bici hasta una visita submarina al sorprendente Museo Atlántico.
Cultura y gastronomía
La milenaria cultura de Lanzarote ha ido desarrollándose muy influenciada por su característico entorno y por sus, también características, condiciones climáticas. Además de por los distintos pobladores que han habitado la isla.
Lanzarote presenta un territorio desafiante para prosperar y desarrollarse, de manera que sus habitantes siempre han tenido que tirar de inventiva y creatividad para lograr ganarse la vida mediante la agricultura, la pesca, la ganadería o la artesanía. Esas prácticas innovadoras, adaptadas a las circunstancias, han dado lugar a costumbres, prácticas y productos de lo más especial, únicos y sin réplica en ninguna otra parte.
Todo esto, queda patente de manera clara en su gastronomía. Papas arrugadas, diversas variedades de queso, el típico mojo (con cilantro o pimentón, verde o picón) o el gofio, el alimento más identitario de la comida canaria y que se consumía ya en época prehispánica, base de harina de cereales tostados, por regla general trigo o maíz.
No nos podemos olvidar del pescado, que tratándose Lanzarote de una isla, es, como cabe imaginar, una de las materias primas más empleadas en su cocina. Sama, atún, merluza, mero, cherne, corvina, vieja, morena. Frito, asado, cocido, salteado. Guisado en sancocho.
Respecto a las carnes, la de cabrito supera en popularidad a la de cerdo (incluida la del cochino negro canario, raza autóctona del archipiélago) y sobre vinos lanzaroteños sería posible escribir cientos de páginas, pero tal vez resulte interesante destacar el vino de malvasía volcánica por su exclusiva procedencia y el efecto que esta tiene en él.
De postre, cómo no, bienmesabe. Dulce a base de almendras, huevo, azúcar y limón.
Buen apetito.